Hoy queremos contarte más sobre la construcción típica pasiega: las cabañas. El paisaje y la vida en los valles están marcados por ellas, que se distribuyen entre prados y muretes de piedra. Con el descenso de la actividad ganadera de las últimas décadas, muchas han quedado vacías. En Cabañas con Encanto hemos querido recuperarlas —conservando siempre su singularidad— y darles un uso distinto al original, pero muy comprometido con el entorno natural y sus gentes. Colaboramos así con la conservación de un patrimonio cultural y etnográfico de siglos. Y también ofrecemos un alojamiento rural único, que no encontrarás en otro lugar.

La evolución histórica de la estructura y usos de las cabañas pasiegas

La función tradicional de las cabañas pasiegas era dar cobijo a las familias dedicadas al pastoreo. En los valles del Pas, Miera y Pisueña hacían su vida familias de pastores, dispersas entre prados muy verdes y pendientes escarpadas. Su actividad giraba en torno a la ganadería vacuna, aunque en las primeras épocas también había cabras.

A practicar la trasterminancia, debían cambiar de zona varias veces al año, en la conocida como «muda». Garantizaban así los pastos de los animales. Por eso las viviendas pasiegas son muy reconocibles y numerosas, puesto que con este sistema las familias tenían un mínimo de dos cabañas cada una.

Las primeras cabañas pasiegas aparecen en la Edad Media, época en la que no había cercados porque el sistema de explotación del ganado era extensivo y de forma comunal. En esos momentos las construcciones eran rectangulares, con muros de piedra y cubierta de madera a dos aguas.

Ya en los siglos XVI y XVII empieza a diseñarse el sistema pasiego de pastoreo que conocemos. Así, son las propias familias individualmente quienes tienen su propio ganado. Las cabañas eran viviendas temporales, de planta rectangular no muy grande, con muros dobles y mampostería. Se emplean para ello materiales de la zona: piedra, barro y madera. En el interior, se distribuyen las estancias con tablazón. A veces se crean espacios adosados a la cabaña para guardar a los cerdos, los conocidos como borciles.

En los siglos posteriores se cierran los prados que rodean a las cabañas, y se generaliza el pastoreo intensivo. Se generalizan entonces las cabañas de dos pisos: el inferior, para la cuadra, que además sirve de calefacción para el superior y el alto como cocina y pajar. Son las conocidas como «vividoras», frente a otras más pequeñas con un único piso, destinado a la cuadra. A estas últimas se las denomina «cabaño».

En el siglo XIX hay pocos cambios, aunque se amplía la techumbre sobre la fachada. También crece el tamaño de la planta, al crear una distribución interior más compleja. El patín abierto se sustituye por la solana de madera, bajo la que se ubican los borciles. También se comienzan a usar portales para guardar leña. A esto se le suma que, en algunas cabañas, se construyen cobertizos adosados.

El inicio del siglo XX se produce un cambio importante en la ganadería. La vaca pasiega de la zona se sustituye por la pinta holandesa. Al ser más grande, las cabañas se tienen que adaptar, por lo que lo pesebres ganan en tamaño, así como las puertas de las cuadras. Además, aumenta la cantidad de ganado, y por ello las cabañas ganan en amplitud. Es en esta época en la que aparecen las primeras cabañas de tres pisos, mucho más cómodas. En el primero se ubica la cuadra, la vivienda está en el segundo, y el tercero es un desván.

Turismo rural en Cantabria con un gran valor natural y cultural

Como ves, son construcciones sencillas, muy apegadas al entorno natural y a la actividad ganadera. Las hemos rehabilitado para que disfrutes de todas las comodidades en tu escapada rural en Cantabria. Reserva ya tu cabaña de madera en los valles pasiegos, ¡se acerca el verano y están muy solicitadas!

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