Son muchos los cambios que trae aparejada la pandemia. Entre otras cosas, nos estamos dando cuenta de que el ritmo de vida en las ciudades es insostenible. Y que vivimos en entornos poco saludables, con poco verde, mucho ruido y contaminación, poca luz natural, casi nulo contacto con fauna y flora silvestre… Tanto es así que ya se habla del resurgir de lo rural, por el interés por la vuelta al campo que manifiesta la gente urbanita.
Aún es pronto para saber cuántas de esas buenas intenciones se van a transformar en cambios de vida. Trasladarse de la ciudad al campo es una decisión compleja, que dependerá de muchos factores. Pero, si tienes la oportunidad y, sobre todo, las ganas, te animamos a hacerlo. Si el cuerpo te pide campo, ¿por qué no dárselo? Siempre tendrás tiempo de volver a la ciudad.
Buenas razones para vivir en el campo
En las últimas décadas la población se ha arremolinado en núcleos urbanos cada vez más densos. El trabajo y las oportunidades laborales, las comodidad de tenerlo «todo a mano», la oferta cultural o la simple inercia han hecho que la mayoría no nos planteemos una vida fuera de las ciudades.
Pero no hay duda de que las ventajas de vivir en un pueblo son enormes. Si te está rondando la cabeza la idea de disfrutar de lo rural más allá de una escapada de fin de semana, anota todo lo que se gana al cambiar de la ciudad al pueblo:
- La calma. Nada que no sepamos ya. Los ritmos son distintos en un pueblo, y el estrés cosa de otros.
- Los precios. Una casa amplia y cómoda te costará muchísimo menos que un pisito medio céntrico en la gran ciudad. Además, no gastarás tiempo ni dinero en transporte. Los precios de los alimentos y de servicios profesionales también son mucho más asequibles.
- La naturaleza. Caminar unos minutos y encontrarte con el horizonte sin edificios o el mismísimo campo, no tiene precio.
- La salud. Cero contaminación, menos estrés y buenas materias primas. Nada más que añadir.
- La tranquilidad con los niños. Podrán crecer más libres y tranquilos. Conocerán el entorno natural y tendrán una actividad física intensa sin necesidad de apuntarles a mil extraescolares.
- La seguridad para todos. Nunca es buena idea dejar el coche abierto en la calle, pero en un pueblo, ¿cuántas posibilidades hay de que te lo roben? ¡Y este es solo un ejemplo!
- Reconectar con las tradiciones. Elijas el destino que elijas, en un pueblo siempre tienes la posibilidad de acercarte a lo auténtico, lo tradicional, lo ancestral.
- Apoyar lo local y sostenible. Con tu consumo estarás ayudando a la economía local, ya sea a través de empresas familiares con décadas de experiencia o emprendimientos de la zona.
- Plantar tu propio huerto. Si ya has probado a tener alguna que otra planta en tu balcón, imagina lo que podrías hacer en un jardín o en un pequeño terreno.
- Mascotas felices. Tus perros disfrutarán más que nadie. Y, si no te has animado a adoptar porque en tu minipiso es complicado, viviendo en un pueblo podrás tener un gran danés si te apetece. Además, tus gatos podrán pasear sin miedo a ser atropellados, y seguro que llegan a tu puerta más amigos a los que alimentar.
Asómate a los valles pasiegos y respira hondo
En resumen: vivir en un pueblo significa más calidad de vida, aunque suene a tópico. Además, si eliges un destino para tu nueva etapa vital que tenga cerca una localidad grande o una capital de provincia, tendrás a poca distancia todo eso que ahora crees que echarás de menos.
De momento, te animamos a acercarte a nuestras cabañas de madera y experimentar la vida en la montaña cántabra. Respirar aire puro después de semanas de confinamiento en la ciudad seguro que te despeja la mente. Y, quién sabe, igual hace que te plantees un nuevo horizonte vital. Reserva online ya tu cabaña con encanto. Te prometemos que tu escapada rural será 100% segura y, sobre todo, inolvidable.