Los valles pasiegos son lugares con un encanto especial. La vida tranquila, las tradiciones y el protagonismo de la naturaleza los convierten en el escenario perfecto para una escapada rural.
Una zona agreste y montañosa
Los pasiegos son los habitantes de la zona conocida como la Pasieguería. Esta demarcación está compuesta por las zonas de los valles de los ríos Pisueña, Pas y Miera. En este último encontrarás Cabañas con Encanto.
También la integran cuatro valles de la zona burgalesa de Espinosa de los Monteros. Pero, como suele pasar, el gentilicio pasiego se utiliza en zonas colindantes en las que también se siguen las costumbres pasiegas. Al final, ser pasiego es más una forma de vivir que pertenecer a un lugar.
Como ya te hemos contado, esta zona es muy agreste pero muy accesible. Al estar aislada, se han conservado intactas muchas tradiciones. Es el caso de su tipo de transhumancia, denominada la muda, que es un tipo de trasterminancia.
La vida del pasiego era completamente rural, muy pegada a la naturaleza y al trabajo con los animales. La huerta no se podía cultivar por el clima y por los cambios frecuentes de localización, por eso su alimentación se centraba en la carne de cordero, de ternera y de cerdo, así como en la leche y sus productos derivados. Todo esto se refleja en la gastronomía pasiega, que podrás disfrutar en restaurantes y casas de comida de la zona.
Una vida rural y transhumante
Las cabañas pasiegas como en las que te vas a alojar son unas viviendas muy peculiares. Están totalmente adaptadas a la actividad de los habitantes de los valles, muy centrada en la ganadería. Antes, cuando las utilizaban los pasiegos, solían incluir también un pequeño establo en la planta inferior. Así, el calor de los animales hacía las veces de calefacción para el segundo piso, conocido como tascón. En él habitaban las familias y también se tenía el almacén y pajar.
Las dos plantas se comunican por una escalera exterior de losa denominada patín, a través de la que se accede al piso superior. Los muros son de buen grosor y sin apenas huecos, para proteger de las bajas temperaturas y los fríos vientos de la zona. Las cabañas pasiegas suelen incluir también una balconada de madera, y contar además con un prado cercado por un murete de piedra. Puedes ver reflejado todo esto en Cabañas con Encanto, donde hemos mantenido la esencia de lo antiguo utilizando aperos de labranza o utensilios tradicionales en la decoración, manteniendo espacios y cuidando el detalle.
En su momento, la población usaba las cabañas por temporadas. Así, se dividían en dos tipos: las temporeras y las vividoras. Estas últimas eran más cómodas, al ser utilizadas en la época invernal. La actividad ganadera no permitía que las cabañas estuvieran habitadas todo el año, puesto que la búsqueda de pastos implicaba el traslado de las familias de una vivienda a otra. De hecho, cada familia podía tener hasta cinco o seis cabañas, para vivir en ellas en función de los pastos.
Si pasas unos días en alguna de nuestras cabañas de madera rehabilitadas, te encontrarás con edificios con mucha historia y valor etnográfico. Estas construcciones se remontan al siglo XVI, y las hay dispersas por toda la zona. Nuestro equipo ha recuperado de forma artesanal algunas de ellas para añadir todas las comodidades, pero siempre respetando los materiales y la estructura original.
Una experiencia auténtica en Cabañas con Encanto
Si quieres saber más sobre cómo es la vida de un pasiego y sentirte (casi) como uno más en tu escapada, no te pierdas el vídeo «Pasiega por un día». Por nuestra parte, estaremos encantados de contarte todo lo que sabemos sobre lo más típico y tradicional del valle del Pas y su entorno.
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