Si estás buscando un plan en familia que combine naturaleza, relax y tiempo de calidad, te contamos cómo puede ser un fin de semana perfecto en Cabañas con encanto, en pleno corazón de los Valles Pasiegos. Aquí el reloj se para, y cada momento se disfruta sin prisas, ¡certificado!
Un plan en familia que combina rutas, naturaleza y barbacoa
Todo empieza un sábado por la mañana. A las 9 horas suena el despertador, pero nadie tiene ganas de levantarse corriendo. Desde la cama, ya se intuyen los prados verdes que rodean las cabañas y la naturaleza que ya ha amanecido. Cuando por fin salís a la terraza, os espera un desayuno tranquilo con café, zumo, pan recién tostado y el canto de los pájaros. Nada que ver con un despertar rutinario en la ciudad, ¿verdad?
A las 10.30 estáis preparados para comenzar una ruta sencilla y preciosa que sale prácticamente desde la puerta, de todas la rutas de senderismo para hacer en familia que hay por la zona. Durante algo más de una hora, camináis entre prados y caminos mientras los niños corren buscando mariposas. El plan es llegar a una poza donde darse un baño y dejar que el verano se cuele en la piel.
Sobre las 12 horas alcanzáis ese rincón secreto que parece sacado de un cuento. El agua es tan clara que se ven las piedras del fondo. Los más pequeños chapotean mientras vosotros disfrutáis del paisaje y de la calma que da estar rodeados de naturaleza.
Cuando el hambre aprieta, a eso de la 13.30, sacáis los bocadillos que habéis preparado antes de salir en la cocina perfectamente equipada de vuestra cabaña de pastores rehabilitada. No hace falta nada más que un mantel sobre una piedra y un poco de fruta para sentir que estáis viviendo un momento único. Después de comer, un rato de siesta o de juegos en la orilla hace que la tarde se pase sin daros cuenta.
A las 18 horas regresáis a la cabaña con las mejillas coloradas y la sensación de haber aprovechado el día. Quizá os apetezca acercaros a alguno de los pueblos cercanos a comprar una quesada pasiega y unos sobaos. Son el recuerdo más dulce que os podéis llevar de Cantabria y un capricho que sabe aún mejor si se comparte.
La cena puede ser en un restaurante cercano —hay opciones caseras a menos de 10 minutos en coche— o bien una barbacoa en la terraza. Encender las brasas mientras cae el sol es uno de esos pequeños placeres que se convierten en recuerdos imborrables.
Ya de vuelta en la cabaña, sobre las 22 horas, llega la hora de los juegos de mesa. Una partida de cartas, un dominó o un trivial en familia es la forma ideal de terminar el día entre risas y complicidad.
A las 23.30, el silencio de los Valles Pasiegos invita a cerrar los ojos y dejarse llevar por la tranquilidad. Dormiréis con la satisfacción de haber vivido juntos una escapada con la que recargar las pilas de verdad y sentiros más unidos que nunca.
Si te apetece un plan en familia donde cada detalle cuenta, nuestras cabañas te esperan. Reserva ya tu próximo fin de semana y descubre lo fácil que es sentirse como en casa, pero en plena naturaleza.